«Venía buscando algo de hachís». La información es correcta, pero con un año de retraso. El tipo llama al timbre confiado en conocer a su nuevo camello para todo el curso. Estaba, estuvo y había estado. Pero no está. Ahora los inquilinos son inquilinas y el único trapicheo que pueden hacer es con velitas multicolores.
Así es la Vila Universitària de la UAB, informaciones cruzadas, leyendas urbanas y anécdotas que van más allá de lo que unas recién llegadas de dieciocho años podrían imaginar.